Que fácil es juzgar, mejor dicho, prejuzgar a las personas, ¿no? Hoy quiero hablar de nosotros, de todos, del que se deja llevar por las apariencias.
A lo largo de mi vida conocí mucha gente, demasiada para mi gusto debo admitir. Amigos, conocidos más bien, que pasaron, saludaron y se fueron. Que estuvieron y no están, por propia elección, claro. Esas personas que te ven, pasan unos pocos ratos divertidos y ya les caes bien, te volves una más en su vida y se vuelve uno más en tu vida, te acompaña, te sigue, hasta que una mínima actitud o palabra mal dicha, lo hace cambiar de opinión y se aleja. Y de ser alguien copado y divertido, pasas a ser el malo de la película y dejas de ser alguien en su vida. Lo cierto es que te prejuzga, no te conoce realmente. Los malos días los tenemos todos, pero aquel que poco te conoce y te ve en uno de ellos, ya atina a pensar que no eras quién creía que eras y se aleja silenciosamente sin dar marcha atrás. No se le ocurre acercarse y preguntarte qué es lo que te pasa, no tiene buenos pensamientos en su cabeza, no puede discurrir que sucedió algo, que tuviste un mal día, no le interesa. Prefiere alejarse con ese mal concepto errado que tiene sobre ti. ¿Cuántos de esos hay en el mundo? Y yo que hablo como excluyendome, ¿no tendría que incluirme y admitir que también tengo un poco, más bien bastante, de todo eso?
Todos, queramos o no, cuándo vemos algo diferente en aquel por el que sentimos determinado aprecio, nos alejamos juzgando y hablando mal por detrás. Ninguno es capaz de acercarse e intentar hablar, ninguno busca explicaciones para demostrar que no nos equivocamos al creerla una persona de bien. Es un cambio instantáneo de parecer y chau, si te he visto no me acuerdo.
¡Ojo!, que quede claro que no estoy hablando de amistad precisamente. Amigos verdaderos sólo son unos pocos y ellos capaces de preguntarte qué es lo que te ocurre. Para acompañarte, escucharte o lo que fuere. Porque los amigos de verdad nos conocen enteramente y sabén como somos, no nos prejuzgan jamás porque al sabernos, comprenden que si actuamos diferente, es por algo, son conscientes que en verdad no somos una contraría a lo que creen, por eso son amigos, porque nos conocen de verdad.
Lo primordial a destacar es que hay personas que pasan poco tiempo con nosotros y no llegan a pasar más tiempo por eso mismo, por el prejuicio. Que sin conocernos se dedican a hablar, que poco importa en verdad, lo que importa no es que hablen, sino que piensen. Se dedican a pensar mal de ti, erróneamente. Esas personas que aparecen por un corto plazo y se van para no volver, pasan, saludan y se van. Aquellos a los que llamamos "conocidos", equivocadamente.
Y vuelvo a repetir, sin excluirme, también fui conocida de muchos, también prejuzgue a muchos, también pensé mal de alguien sin conocerlo en verdad. Por ahi pienso que es porque como sólo es un conocido y no llega a ser amigo, no tengo derecho a preguntar o a saber que es lo que realmente sucede, pero es sólo una justificación incierta.
¿Cuál es el punto? Ninguno, no hay punto alguno. Solemos ser así y lo seguiremos siendo, eso es todo. Esta en la naturaleza del hombre, el prejuicio propiamente dicho.
A lo largo de mi vida conocí mucha gente, demasiada para mi gusto debo admitir. Amigos, conocidos más bien, que pasaron, saludaron y se fueron. Que estuvieron y no están, por propia elección, claro. Esas personas que te ven, pasan unos pocos ratos divertidos y ya les caes bien, te volves una más en su vida y se vuelve uno más en tu vida, te acompaña, te sigue, hasta que una mínima actitud o palabra mal dicha, lo hace cambiar de opinión y se aleja. Y de ser alguien copado y divertido, pasas a ser el malo de la película y dejas de ser alguien en su vida. Lo cierto es que te prejuzga, no te conoce realmente. Los malos días los tenemos todos, pero aquel que poco te conoce y te ve en uno de ellos, ya atina a pensar que no eras quién creía que eras y se aleja silenciosamente sin dar marcha atrás. No se le ocurre acercarse y preguntarte qué es lo que te pasa, no tiene buenos pensamientos en su cabeza, no puede discurrir que sucedió algo, que tuviste un mal día, no le interesa. Prefiere alejarse con ese mal concepto errado que tiene sobre ti. ¿Cuántos de esos hay en el mundo? Y yo que hablo como excluyendome, ¿no tendría que incluirme y admitir que también tengo un poco, más bien bastante, de todo eso?
Todos, queramos o no, cuándo vemos algo diferente en aquel por el que sentimos determinado aprecio, nos alejamos juzgando y hablando mal por detrás. Ninguno es capaz de acercarse e intentar hablar, ninguno busca explicaciones para demostrar que no nos equivocamos al creerla una persona de bien. Es un cambio instantáneo de parecer y chau, si te he visto no me acuerdo.
¡Ojo!, que quede claro que no estoy hablando de amistad precisamente. Amigos verdaderos sólo son unos pocos y ellos capaces de preguntarte qué es lo que te ocurre. Para acompañarte, escucharte o lo que fuere. Porque los amigos de verdad nos conocen enteramente y sabén como somos, no nos prejuzgan jamás porque al sabernos, comprenden que si actuamos diferente, es por algo, son conscientes que en verdad no somos una contraría a lo que creen, por eso son amigos, porque nos conocen de verdad.
Lo primordial a destacar es que hay personas que pasan poco tiempo con nosotros y no llegan a pasar más tiempo por eso mismo, por el prejuicio. Que sin conocernos se dedican a hablar, que poco importa en verdad, lo que importa no es que hablen, sino que piensen. Se dedican a pensar mal de ti, erróneamente. Esas personas que aparecen por un corto plazo y se van para no volver, pasan, saludan y se van. Aquellos a los que llamamos "conocidos", equivocadamente.
Y vuelvo a repetir, sin excluirme, también fui conocida de muchos, también prejuzgue a muchos, también pensé mal de alguien sin conocerlo en verdad. Por ahi pienso que es porque como sólo es un conocido y no llega a ser amigo, no tengo derecho a preguntar o a saber que es lo que realmente sucede, pero es sólo una justificación incierta.
¿Cuál es el punto? Ninguno, no hay punto alguno. Solemos ser así y lo seguiremos siendo, eso es todo. Esta en la naturaleza del hombre, el prejuicio propiamente dicho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario