miércoles, 9 de septiembre de 2009
The player & the cup.
Hubo una vez un gran jugador de campeonatos. Debía ganar muchos partidos hasta llegar al último y más importante de todos, el que lo iba a llevar a ganar la copa del mundo –el mundo mismo- . Partido tras partido iba mejorando, hasta que finalmente llegó el inesperado momento. Se topó con el partido más importante, el más insuperable y el que lo iba a hacer triunfar. Fue el partido más largo y difícil de su vida, tuvo que remarla –y créanme que lo hizo- bastante para poder llegar a destino. Usó diversas técnicas, tácticas y sus increíbles habilidades. Hasta que lo consiguió. Consiguió la felicidad absoluta, consiguió el mayor premio, el más importante, la copa del mundo. La cuidó, la amo, la respeto, la quiso como a nada en su vida. Hasta que le empezó a traer problemas. La copa que, creían, era la mejor de todas, no resultó ser sino más que una simple copa. Tras correr el tiempo se iba oxidando, pudriendo, tomando olores y colores raros. La copa era cada vez peor. El no podía aguantarlo, entonces, enojado por la actitud de la copa, empezó a descuidarla. La copa dejó de tener valor, llegado un momento, no era más que basura. Pero él, a pesar de ello, la siguió valorando. Porque esa copa toda oxidada, le había costado la vida. Llegar a ella había sido todo un desafío, y recordar lo que le costó, recordar el momento en que la tocó por primera vez, en que consiguió hacerla suya… Hacía que el la siga amando como el primer día.
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